Publicaciones recientes:
October 14, 2018
September 30, 2018
September 20, 2018
September 17, 2018
September 6, 2018
September 5, 2018
September 1, 2018
August 22, 2018
¿Cómo Bad Bunny se convirtió en mi nuevo Radiohead?
May 13, 2018

Recuerdo cuando Jose Castillo, nuestro redactor de música, se estaba incorporando a nuestra revista. En medio de la inducción, le fui muy claro: en La Cuarta no queríamos tener nada de reggaetón, perreo, gozadera ni nada que lejanamente se asomara a eso.
Le fui muy explícito porque, dentro de mis delirios, no podía permitirse tan siquiera una aproximación sociológica hacia estos géneros.
También recuerdo cuando Danny Brenes, periodista de la Revista Dominical de La Nación, escribió en el espacio Tinta Fresca un texto sobre cómo podía intercalar en Spotify canciones de Brand New con Don Omar.
«¡Que Dios me salve de eso!», me decía. Ya eran varios años en los que me resistía con todas mis fuerzas, prepotencia y odio a dejar entrar al reggaetón en mis oídos más allá del rato en que debía soportar la radio del chofer de bus.
Es complicado porque, no sé en qué momento, el gusano de la curiosidad se asomó con una fuerza inédita.
Había escuchado ligeramente la canción Downtown de J Balvin y mi cabeza empezaba a asentir. En un viaje en Uber, la canción apareció sorpresivamente y no tuve que pedirle al chófer que la cambiara. Algo estaba comenzando a suceder.
Con la pestaña de incógnito activada, empecé a reproducir en secreto la canción, una y otra vez, desde mi casa hasta en la oficina. ¿Qué estaba sucediendo?
Todo se reventó hace unas semanas.
Hace veinte días no sabía quién era Ozuna. Tampoco diferenciaba a J Balvin de Maluna. No conocía cómo se veía Farruko. Apenas y había escuchado a un tal Bad Bunny.
Pero, como en todas las historias, la lengua «castigó».
Por extrañas razones, llegó a mis manos el video de Soy peor, canción de Bad Bunny que se convirtió en un remix con otro grupo de cantantes de géneros urbanos.
Lo que empezó como una broma se agigantó y se salió de las manos. Empezó la retahila de videos en YouTube, mi cerebro dedicó sus escasas energías para aprenderse las letras más fachas que se podía encontrar y mi cuerpo parecía encontrar en el trap, reggaetón y todo lo que sonara similar una especie de catarsis, un trato en el que cambiaba mi prepotencia por fluidez en el cuerpo.
"Se me hizo chata mi chiquito", me dijo mi madre en son de broma hace unos días. No sé qué será, pero pareciera que no hay vuelta atrás. Cuando es Bad Bunny y no Thom Yorke quien canta mientras estoy en la ducha, lo tomo como una señal de que las cosas no serán igual. Es ley de vida.
El autor es editor de cultura.

